A pesar de la importante entrega de premios que se estaba celebrando en la capital asturiana, el Real Madrid ha congregado a decenas de pers...
A pesar de la importante entrega de premios que se estaba celebrando en la capital asturiana, el Real Madrid ha congregado a decenas de personas en el aeropuerto y en el hotel donde se hospedan.
Allí me dirigí para probar suerte. Quizá, por alguna remota casualidad, conseguía ver a los jugadores del club de mi vida. Mientras caminaba hacia el hotel, veía con impotencia cómo el autobús del equipo regresaba vacío tras dejar a los jugadores en la puerta del NH Gijón. Tremenda decepción la que me llevé, la rabia me invadía por no haber podido llegar a tiempo para verlos salir... Aún así, mi espíritu madridista me llevó a seguir hacia la meta, quién sabe, quizá se veía algo...
Cerca del lugar de concentración madridista pude comprobar el poder de convocatoria que tiene nuestro club. A pesar de que los jugadores ya estaban dentro, la gente aún permanecía fuera, con la esperanza de que alguno de sus ídolos saliera a firman o, simplemente, a saludar.Y así fue, el canterano Acuña salió para firmar a los allí presentes y, también, para hacerse fotos con quien se lo pidiera. Gran detalle del delantero que, por primera vez, viaja con el primer equipo.
Tras haber visto con tristeza cómo se marchaba el autobús del Madrid, el ver a Acuña y vivir el madridismo allí presente ya colmaba mis aspiraciones. Fue entonces cuando vi una larga cola esperando en un pequeño edificio anexo al Hotel. Tras los cristales, se podía ver una mesa y, detrás, publicidad de los patrocinadores del Real Madrid. Escuchando a los allí presentes, confirmé lo que se intuía, dos jugadores firmarían autógrafos a los aficionados.
Allí me quedé esperando, quizá casi una hora, no lo sé, pero respirar ese ambiente madridista bien merecía la pena. A medida que pasaban los minutos, la ilusión de la afición se iba mezclando con los rumores, la impaciencia... Los nombres de Marcelo y Diarra iban de boca en boca ya que eran los jugadores elegidos para la firma. Algunos perdían la esperanza y se retiraban a sus casas. Yo seguí esperando, ver camisetas del Real Madrid por todas partes, ver jugar a los niños con el balón, emulando a sus ídolos madridistas, era recompensa más que suficiente para permanecer allí de pie.
Ya más cerca de la puerta, la decepción se hacía visible ante el comentario que empezaba a llegar a los últimos de la fila: tan solo podrían entrar los socios con invitación. Para asegurarme de que eso era cierto, me acerqué a un policía, le pregunté y, efectivamente, me confirmó que se entraba con invitación para socios. Aún así, algo me seguía diciendo que me quedara, y me quedé.
Casi en la puerta, me llevé una grata sorpresa, también podían entrar los titulares del carnet madridista, ¡yo lo soy! y como siempre llevo con orgullo mi carnet en la cartera lo tenía allí, ¡podía entrar! Y así empezaron a flojearme las piernas, jeje.
Casi en la puerta, me llevé una grata sorpresa, también podían entrar los titulares del carnet madridista, ¡yo lo soy! y como siempre llevo con orgullo mi carnet en la cartera lo tenía allí, ¡podía entrar! Y así empezaron a flojearme las piernas, jeje.
Mientras esperaba mi turno, intentaba hacer fotos a los jugadores, aunque sin apenas éxito, ya que la emoción que a todos nos invadía no nos dejaba estarnos quietos y, por más que lo intentara, siempre salía alguna cabeza en medio de la trayectoria entre mi cámara y los jugadores. Pero bueno, al final, ya a su lado, Diarra posó muy amablemente y conseguí mi ansiada foto. Marcelo hizo lo propio, pero la batería de mi cámara decidió agotarse justo en ese momento y la foto no salió. Una pena, aunque, tras salir de casa con la máxima espectativa de ver a algún jugador de lejos, ¡qué más puedo pedir!
Tras recoger mi foto firmada, me quedé unos minutos, intentando sacar más fotos una vez cambiada la batería. No obstante, tampoco quise abusar, ya que, pasadas las 22:00 h. los organizadores ya estaban nerviosos por los jugadores, quiénes tenían que retirarse a descansar y la sala daba la impresión de que nunca se iba a vaciar.
Al salir, aún había personas que, sabiendo que no podrían entrar, seguían esperando por si al final de la firma Marcelo y Diarra salían a saludar. No me pude quedar a comprobarlo, mis tripas clamaban por comida y, con tanto nervio no me quedaba otra que hacerles caso, jeje.
En definitiva, unas horas maravillosas que tan solo un madridista de verdad podrá entender. GRACIAS REAL MADRID POR ESTOS MOMENTOS, INOLVIDABLE, también, cómo no, a MARCELO, DIARRA, quiénes no perdieron la sonrisa en ningún momento.
MUCHAS GRACIAS...
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