El Diario As realizó el día 31 de Agosto de 2.007 una extensa e interesante entrevista a Raúl González, de la cual destaco esta novedosa pre...
El Diario As realizó el día 31 de Agosto de 2.007 una extensa e interesante entrevista a Raúl González, de la cual destaco esta novedosa pregunta y la, para mí, sorprendente respuesta del capitán:
¿Usted sería un buen suplente o, por el contrario, un tipo malencarado?
"Jamás he presionado a un entrenador para que me ponga ni me he negado a ir al banquillo. Yo sólo entreno cada día y hago lo que me dice el míster de turno. Claro que siempre tengo ilusión en jugar, pero nunca he impuesto mi titularidad. El que crea que como suplente complicaría la vida al entrenador es que no me conoce"
«Ir a Dallas me lo tomé con una ilusión increíble. Era un punto de partida para el futuro porque sabía que acudían clubes de prestigio de todo el mundo. Llegamos y participaron el Nacional de Montevideo, el Tottenham, el River Plate, el Torino y el Kaiserslautern. Con los alemanes jugamos la final y ganamos ocho-cero. Jugué 244 minutos en seis partidos; salía a ratitos, y aún así, marqué cinco goles. Félix fue el máximo goleador con ocho. Yo chupé mucho banquillo y no celebraba los goles del Real Madrid. Lo siento, sé que puede estar mal, pero soy sincero. A alguno le molestar, pero me comía por dentro. Pensar que iba a Estados Unidos para estar 14 días de turismo, me ponía malo. Así que a ese entrenador le marqué con una cruz.»
En este segundo fragmento que aquí transcribo, Raúl recuerda cómo fue para él la vuelta de Estados Unidos, en la primera elminatoria de la Copa del Rey Sub’19:
«Jugué diez minutos. Cuando salí, el resultado era uno-uno. Me tiempo a dar el pase del segundo tanto nuestro y a que me hicieran un penalti a última hora. Ganamos tres-uno. La vuelta en Bilbao fue un poema. Y otra vez, como estaba enfadado porque no me pusieron de titular, quise que mi equipo perdiera. Y la verdad es que, ya que estaba en el banquillo, decidí tomarme el asunto a cachondeo. Al descanso íbamos ganando uno-cero. Me daba rabia por mi entrenador. Pero en la segunda mitad nos metieron cuatro goles. A mí, confieso que me daba la risa. Incluso llegué a celebrar algún de ellos... En el tiempo suplementario marcamos el cuatro-dos y pasamos la eliminatoria. Tuve que disimular y saltar de alegría para celebrar un triunfo que mis compañeros se merecían, pero mi entrenador no. Recuerdo que el padre de Álvaro me dijo que nunca en la vida me había visto tan cabreado. Era inaguantable seguir así. Luego eliminamos al Badajoz, al Español, y llegó la final en Zaragoza ante el Barcelona. El martes me dice Palmero, mi entrenador, que voy a jugar. Me pongo contento, pero a partir del jueges ya le noto algo raro. No me habla, le veo apático conmigo y presiento lo peor. Deduzco que en el club le han dicho que Iván y Dani deben jugar de titulares y por tanto me voy al banquillo. Les había advertido a Sandro y a Dani que no jugaría porque al técnico lo conocía como se le hubiera parido...»
Ese mismo día, en el vestuario de La Romareda en Zaragoza, Raúl pudo cavar su tumba como jugador del real Madrid. En la charla técnica previa al partido estaban Vicente del Bosque y Ramón Martínez. Palmero dio el once inicial y se confirmó lo que Raúl había intuido: su nombre no apareció en la pizarra. Raúl explotó de ira delante del resto del equipo. Antonio Quiroga, otro técnico de la casa, atemperó lo que puedo haber sido un grave incidente. Raúl reprochó a su entrenador el incumplimiento de su promesa más que ir al banquillo. Como no jugó de inicio se llevó un buen varapalo. Enfrente había un Barcelona de ensueño con Iván de la Peña, Roger, Celades y Quique Álvarez, entre otros. Roger marcó el uno-cero, Luis Martinez puso el empate y, a falta de cuatro minutos, un penalti le dio el título a los azulgrana.»
En este tercer pequeño fragmento, los autores del libro relatan como una hazaña una suplencia que no fue protestada por Raúl en su primer año con el primer equipo. Cabe destacar que, en esta ocasión, sí había conseguido lo que parece para el actual capitán madridista una verdadera obsesión, ser titular:
«El 20 de Noviembre de 1.994 es otra fecha para recordar: el Real Madrid le ganó dos a uno al Valencia por la undécima jornada liguera, y Raúl se quedó en el descanso en los vestuarios de Mestalla ¡sin protestar! Fue el primero de los contadísimos reemplazos sufridos en el que se aguantó y no abrió la boca»
El siguiente fragmento es otro reflejo de lo "bien" que lleva Raúl sus suplencias:
«El año 1995 arrancó con incertidumbre para Raúl. Nada menos que contra el Barcelona en aquel recordado partido en el Bernabéu de la mano a los de Cruyff y una semana más tarde en Riazor frente al Deportivo de Arsenio. El chaval tragó saliva pero quemó grasas como pocas veces. Fue un verdadero castigo para Valdano y Cappa soportarlo en el banquillo. No veía el partido, se lo pasaba mirándolos a ellos. En ambas ocasiones bastó qu Valdano diera la orden a todos los suplentes, al grito de "¡Calienten!", para ver a Raúl intentando batir el récord mundial de los cientro. "Parecía Carl Lewis", confresó sin ruborizarse. Pero todo no quedó ahí. A los pocos minutos de calentar, se encargaba de pasar por delante de Valdano y mirarlo de reojo, como inquiriéndole: «¿Y cuándo salgo?" Pesadísimo. Hasta tal punto que se llegó a escuchar a un Valdano insospechado y desconocido: "¡Espera un poco pibe, no sea impaciente!" Tan inagotable como inaguantable.
- Raúl, le tengo que decir algo.
-Dígame.
-Hemos decidido que las últimas jornadas pongan la cara los más grandes, lo más experimentados. Usted lo viene haciendo muy bien, pero irá saliendo por ratos...
El diálogo con Cappa fue de lo más cordial. Así lo recuerda el entrenador. Así también lo evoca Raúl, pero con una confesión: «Los grandes, ¡un cuerno!, pensé. Yo estaba seguro de que lo podía hacer. Tragué porque era un momento muy especial para todos, pero en el fondo sabía que estaba para seguir hasta el final. No sentía ningún tipo de presión, ni de la gente ni de nadie. En ese momento recordé la primera reunión con Valdano y aquello de los dos años para jugar en primera división. Un así aguanto; do, seguro que no, pensé»
Y ahora el broche final a este cúmulo de caprichosas y egoistas acciones del siete blanco. De nuevo se mostraba rebelde ante su mentor, hacia la persona que le dio el salto al primer equipo y a la que tanto debe:
"Tal vez, un episodio ocurrido en Albacete durante la temporada 1.995-1.996, cuando ya no tenía que demostrar absolutamente nada, desnude toda su personalidad: el Madrid ganaba uno a cero y Valdano decidió reemplazarlo cuando faltaban siete minutos. El rostro de Raúl no disimuló su fastidio, pero todo parecía terminar en eso, en una simple cara larga, una más. ¡No! Al Albacete se le ocurrió empatar a instantes del final del encuentro, y Raúl le cruzó una mirada a Valdano que el entrenador nunca olvidará y que tuvo respuesta del propio jugador pasado el tiempo cuando ya era el ex del Madrid...
- ¿Qué me quisiste decir con esa mirada cuando nos empató el Albacete?
- ¡Aguantate, eso te pasa por cambiarme!»
Una vez leídas todas estas lindezas de nuestro capitán, (recordar que este libro fue editado con el consentimiento y colaboración de Raúl recordando hechos con sus propias palabras) comprenderán mi sorpresa. Parece que Raúl se olvidó de su pasado, de cómo en sus inicios decía y presumía de hacer todo lo contrario de lo que hace y dice ahora. Está claro que el capitán blanco no dice la verdad y, visto su historial de titularidades, todo apunta a que si algún día se mostró sincero, fue en su única biografía editada en el año 1.996. Recordemos que desde su entrada en el primer equipo casi ningún entrenador ha cometido la "osadía" de dejarle en el banquillo, muy probablemente porque sabían que eso les llevaría a pasar por un infierno y a tener una bomba de relojería dentro del vestuario. Que yo recuerde, sólo un entrenador, López Caro, se atrevió a cometer tal "delito" y al siguiente año ya estaba fuera del Madrid, entrenando al Levante, en donde, inexplicablemente, fue cesado a los pocos meses. A día de hoy sigue sin entrenar. Por otra parte, ¿qué ha pasado con los muchos y excelente delanteros que ha fichado el Real Madrid o que ha subido del filial? Pues que, por una razón u otra, jugando bien o mal, casi ninguno ha cumplido su contrato con el club. Recordemos: Morientes, Anelka, Owen, Cassano, Portillo, Ronaldo... Todos excelentes delanteros que no lograron aguantar en nuestro equipo... ¿Por qué?
Pues por todo esto y por mucho más me han sorprendido las palabras de nuestro capitán, no contento con hacer la vida imposible a varios entrenadores por haberle dejado en el banquillo, ahora ha decidido alardear de todo lo contrario... Un comportamiento que, en mi opinión, deja mucho que desear... Y se lo dice una persona que hace diez años era una de las máximas defensoras de Raúl y que, pasados los años, se ha llevado una tremenda y dura decepción...
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